Al ser fundado el P.N.R. fue uno de los acontecimientos políticos más importantes en la historia del movimiento revolucionario mexicano. El P.N.R. surgió como una necesidad biológica en momentos de aflicción, de desorientación y de duda, cuando era necesario un organismo capaz de acabar con la inmensa niebla de las indecisiones políticas; capaz de representar y aunar todos los elementos revolucionarios de la República, y sostener, por encima de todo y de todos, los postulados y conquistas de la Revolución Mexicana. La Revolución, iniciada en 1910, apenas si inscribió en sus banderas el ideal de hacer del sufragio un derecho de ejercicio libre y efectivo: el de evitar las indefinidas reelecciones que acaban por despertar en los mandatarios la idea de que los pueblos y los territorios que gobiernan, les han sido otorgados, por divino derecho, en completa e indisputable propiedad. Pero era bastante, por el momento, la reivindicación de los derechos políticos de las masas, y éstas así lo comprendieron y fueron ciegamente tras el hombre que, sintiendo anhelos colectivos, valiente y decididamente se ponía ante ellas para conducirlas a la conquista de esos ideales.
Este hombre cayó en la lucha y la Reacción no sólo usurpó el poder, sino que durante largos meses lo ultrajó y lo manchó con su infame estigma de traición y de vicio. Comenzó la visión futurista, para iniciar la lucha por la conquista no sólo de los derechos políticos, sino de los derechos económicos de los trabajadores: tierra para los campesinos, garantías para los obreros. Y así fue como el triunfo de las falanges revolucionarias, constituidas por el propio pueblo, sobre las legiones pretorianas de la usurpación, los nuevos ideales reivindicadores tomaron carácter de ordenamiento legal, y la nueva Constitución Política de México escribió en sus páginas los postulados que incluyen los artículos 3°, 27, 28, 123 y 130, en los que se sienta la doctrina de que hay que poner la tierra en manos de quienes la trabajan, y hay que dar al obrero, en el taller y en la fábrica, todas las ventajas posibles desde un punto de vista más justo y humanitario. Las masas que sentían el beneficio real de las leyes reivindicadoras de sus derechos, iban adquiriendo la educación para comprenderlas, exigirlas y defenderlas, durante larga época, con fervor fetichista, en jefes o caudillos, que para ellos encarnaban el símbolo de la lucha o resumían en sí la gloria de la conquista alcanzada. Desde los viejos tiempos de las primeras luchas por la libertad, por la independencia política, por la Reforma, las masas mexicanas se acostumbraron a seguir al caudillo. Y lo numeroso de los caudillos creó la multiplicidad de los sectores así se incubaron y germinaron luchas sangrientas que costaban, que exigían tributo de vidas útiles y de necesarios elementos de producción y de riqueza; luchas que al desperdiciar unas y otros, retardaban el progreso social de la masa oprimida y sufriente.
Las conquistas logradas por el movimiento reivindicador, que ya duraban tantos años, quedaban en peligro, a merced de contingencias adversas.
Como única y segura solución a la gravedad del momento que estaba viviendo la Revolución, después de 18 años de iniciada, se impuso, la organización institucional. Y sufrió la necesidad urgente de buscar el medio de unificar a todos los elementos revolucionarios para seguir con ellos la jornada no ya en pro de un hombre, de un prestigio, de un caudillo, que como hombre está sujeto a las contingencias y a la muerte, sino en pro de algo más sólido, más duradero, más en concordancia con la nueva ideología revolucionaria: en pro de las instituciones. El medio de unificación para realizar tan elevado ideal era la formación de un Partido de Estado, bajo cuya bandera se agruparan todos los revolucionarios de buena fe y del cual surgiera el respaldo unánime a las instituciones. Un Partido que concentrara en sí todas las aspiraciones de la Nación, que fuera como la efectiva emanación de la opinión pública; que emplazara a los enemigos todos de la Revolución, para demostrarles que ésta tiene finalidades altas; un Partido que buscara en una organización institucional la verdadera liberación del pueblo y la completa dignificante de la política nacional.
De esta manera se podían plantear y resolver de una vez todos los principales problemas del país, cuya solución, de no someterse a las normas generales impuestas por un partido de luchadores del ideal revolucionario, resultaba prácticamente imposible. El Partido, pues, debería resumir en sí todos los antecedentes de nuestras pasadas luchas y debería tratar de reconstruir el pensamiento revolucionario en toda su pureza, a fin de atraer y unificar a los elementos desorientados y trazar los cauces del progreso de la Nación.
Referencia de consulta:
http://webpages.cegs.itesm.mx/servicios/hdem/reconstruccion/PNR.htm
Juridicas.com
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/derestas/cont/2/ens/ens9.pdf
Referencia de consulta:
http://webpages.cegs.itesm.mx/servicios/hdem/reconstruccion/PNR.htm
Juridicas.com
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/derestas/cont/2/ens/ens9.pdf
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